09.05.23
Estranho Mundo Novo
Ricardo A
Professores com processos disciplinares por ensinar que o sexo é determinado por um par de cromossomas, contas de Twitter suspensas por referirem que a relva é verde, violadores condenados que dizem ser mulheres para os transferirem para uma prisão feminina onde violam umas quantas reclusas, estátuas de São Junípero Serra derrubadas por justiceiros descendentes dos puritanos que massacraram os indígenas norte-americanos, mulheres desportistas que veem o seu lugar nas Olimpíadas ocupado por concorrentes com genitália masculina, filmes inocentes desqualificados como se fossem abominações horrendas (agora até o Dumbo é politicamente incorreto!), palavras de sempre que, de um dia para o outro, se transformam em termos proibidos que podem arruinar a nossa carreira ou mesmo a nossa vida… Palavras canceladas. Estátuas canceladas. Livros cancelados e, até, pessoas canceladas. Tudo deve ajustar-se aos moldes do politicamente correto. A pergunta é óbvia: enlouquecemos todos? ( SINOPSE do livro de Jorge Soley)
Cómo explicaría la cultura de la cancelación?
−Es silenciar, marginar, expulsar de las redes sociales, decretar la muerte civil para todo aquel que discrepa de la ideología woke. Se trata de crear un clima en el que nos autocensuremos y evitemos decir ciertas cosas que sabemos nos van a causar problemas. Algunos dicen que esto ha pasado más o menos siempre, pero creo que asistimos ahora a algo distinto y que ya no es la vieja tiranía. La cultura de la cancelación no solo trata de erradicar ciertas palabras y opiniones, sino que desvirtúa el significado de las primeras, llegando incluso a hacer que designen lo contrario de lo que hasta ahora significaban. Están convencidos de que así, desde el lenguaje, se transforma el mundo.
−¿Está entonces en peligro la libertad de expresión?
−La libertad de expresión absoluta nunca ha existido, toda sociedad reconoce algunos límites. Lo que estamos viendo es que esos límites se están estrechando de forma acelerada y arbitraria, dejando cada vez más cuestiones fuera del ámbito del debate público. Cada vez se nos exige más que nos atengamos al discurso permitido, que además tenemos que seguir de cerca, porque lo permitido hasta ayer pasa a quedar fuera de lo aceptable hoy. Como les ha ocurrido a las feministas que aún se atreven a afirmar que hay algo que se denomina «mujer». La pretensión de convertir cualquier deseo en «derecho» y la consideración de la ofensa como un pecado imperdonable hacen imposible el debate racional y civilizado.
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